Conforme a la investigación realizada el año 2008 por la Universidad Católica Boliviana sobre la caracterización de residuos sólidos urbanos, la cantidad de basura generada por persona en el municipio de Cercado de la ciudad de Cochabamba era 0.51 kg/día. Asimismo, según el estudio se conoce que un 70.9% de esa basura era contenido orgánico para el año 1995 y de un 55.3% para el año 2006. Complementando esta información, se registró según el medio de prensa Opinión a finales de 2019 que esta cifra cerró con 77%.
Por otra parte, los recientes acontecimientos políticos y sanitarios que atraviesa la región; dejan en descubierto la gran falencia que el municipio presenta en el tratamiento de la basura, con constantes trabas al trabajo del botadero municipal, que sumado a la pandemia que se vive; aumentan el riesgo de infección. Considerando que a estos aspectos vivenciales se suma una racionalización temporal de alimentos, se ve la necesidad de analizar el conjunto problemático y tratar de hallar alternativas sostenibles y replicables. El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, define a la seguridad alimentaria como la capacidad de acceder a una alimentación suficiente y de calidad a lo largo del tiempo; aspecto que como consecuencia de la pobreza regional no es satisfecha. Paradójicamente nuestra región es una de las más fértiles del planeta, considerando los diversos ecosistemas; aun así, las políticas institucionales no permiten desarrollar una seguridad alimentaria estable y sostenible.
Como consecuencia se desarrolló un estudio empírico que permita tocar estas tres problemáticas desde el hogar debido al contexto actual en que vivimos, bajo ciertas restricciones. La primera situación es la cantidad de basura generada en un hogar promedio de 4 integrantes, para lo cual se tomó como muestra 3 familias y se cuantificó la cantidad de basura generada semanalmente durante 3 meses teniendo como resultados del estudio un mínimo de 3.8 kg/semana, un máximo de 7.2 kg/semana, y un valor promedio de 4.6 kg/semana o 0.7 kg/día. Asimismo, se cuantificó el porcentaje de contenido orgánico de las muestras, registrando un mínimo de 45.64 %, un máximo de 81.12 % y un promedio de 71.14 %. Este último dato es el de mayor interés para el estudio, pues permite evaluar cómo afecta la basura orgánica y su descomposición al problema sanitario respecto a las plagas que atrae, los malos olores y los líquidos lixiviados que se generan. Es en este punto de la investigación que ingresa la restricción anteriormente descrita, pues se tiene como requerimiento un espacio de tierra de 1.5 m por 0.7 m para poder convertirlo en una compostera; siendo la misma no limitante si se adecua un contenedor u otro método para trabajar la composta.
El estudio permitió desarrollar tres composteras, una por familia; en las cuales se obtuvo composta lista para el uso después de 3 a 4 meses. En este punto de la investigación ingresa la segunda situación a tratar, la agricultura urbana; pues ya teniendo la basura orgánica procesada en el hogar, se hace uso de ella para producir alimentos orgánicos. Se puede utilizar otro espacio pequeño de tierra para este propósito o asimismo contenedores plásticos reciclados. Es así que se logró la siembra de verduras, hortalizas, frutos y leguminosas; como tomates, pimientos, arvejas, habas, papa, cebolla, espinaca, perejil, cilantro, apio, zapallo; los cuales respondieron muy bien al clima de la región y se obtuvo excelentes resultados productivos, con tiempos de cosecha dependiendo el cultivo de entre 3 a 6 meses.

Como ultima situación que se evaluó en el estudio está la seguridad alimentaria, la cual posee cuatro dimensiones a considerar: la disponibilidad física de los alimentos, acceso económico y físico a los mismos, su utilización o su aprovechamiento de nutrientes y la estabilidad en el tiempo de los tres puntos anteriores. Posterior a los tres meses de generación de composta y otros tres de siembra y cosecha de alimentos orgánicos se obtuvieron por familia un promedio aproximado de 3 kg de espinaca, 1.5 kg de cebolla, 0.5 kg de arveja, 0.2 kg de haba, 0.5 kg de pimiento, 2 kg de tomate; datos que son variables de acuerdo a la cantidad sembrada, y por supuesto al requerimiento de alimentos deseados por cada hogar. Como complemento de este estudio se vio la necesidad de deshidratar los alimentos cosechados como una manera de conservarlos en el tiempo y usarlos cuando se vea la necesidad.

Se concluye por lo tanto al término de esta investigación que un hogar promedio puede reducir la cantidad de basura orgánica entregada al servicio municipal en un 70%, y usar la misma para ayudar a producir sus propios alimentos orgánicos en el hogar, mejorando su alimentación y reduciendo costos de su canasta familiar. Lo único indispensable para esta acción es tomar un rol de cambio personal frente al reciclaje y a tratar de disminuir nuestra huella individual de carbono para ayudar al planeta frente al cambio climático. Si esta actividad pudiese ser replicada por muchos hogares, el cambio sería notorio. ¡Ánimo!, demos un primer paso.
Por: Ing. Jorge Castellón Mérida

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