Es indudable que el Teletrabajo o Home Office ha salvado a muchas organizaciones y les ha permitido mantener a su capital humano dentro de los niveles de productividad esperados, más aún en la situación crítica que nos ha tocado vivir.
Sin embargo, es curioso que una práctica como el trabajo remoto, que es definitivamente un beneficio privilegiado para los colaboradores, haya sido percibido en muchos lugares incluso como un riesgo psicosocial para ciertos grupos, como el de las madres y los padres con niños pequeños, por citar alguno.
Disfrazado como, “necesidad en tiempos de crisis”, muchas empresas se han olvidado que las competencias de las personas no solamente dependen del conocimiento y las habilidades, sino de las actitudes. Que importante entonces resulta, más aún en tiempos de VUCA (Volátiles, Inciertos, Complejos y Ambiguos) reales (no solo la teoría que siempre hemos escuchado), mantener la productividad de las personas a través de la motivación. Esto no es difícil de lograr, y contrario a los que muchos Gerentes piensan, con un poco de creatividad, los presupuestos que se requieren no son tan elevados.
Estoy convencido que todos los colaboradores aprecian y firman un contrato psicológico con la compañía que entienda y los apoye en sus necesidades. Por supuesto que estas necesidades son muy diferentes para cada uno de los colaboradores, pero que pueden sin problema agruparse por alguna afinidad, como la generacional, por ejemplo. Desde ese punto de vista, las formas de gestionar el trabajo que requieren transformarse desde la Gestión de las Personas serán todas aquellas que no sean percibidas como una respuesta, aunque sea tangencial, a las necesidades de los colaboradores. Dicho de otro modo, no existe una lista de prácticas de Gestión de Personas “per se” que necesiten transformarse, sino que cada organización deberá evaluar las suyas propias para transformarlas y orientarlas a mantener la eficacia para la “experiencia del empleado”, de manera que todos encuentren sentido en lo que reciben y lo aprovechen, devolviendo su compromiso en forma de resultados que interesan y sirvan a la organización. Al final, la productividad no está en las máquinas ni en los procesos, sino en las personas que los controlan y conducen, ¿o no?
Por: Ing. Pablo Ardaya Cuevas – Experto en Gestión del Talento Humano

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